La educación integral se puede constituir como una herramienta que brinde conocimientos en cuanto al manejo de emociones, contextos, competencias ciudadanas, educación básica en todas las áreas del conocimiento y educación inclusiva, en pro de promulgar, proteger y brindar garantías en derechos humanos, con base en el respeto y la sana convivencia a toda la población estudiantil, entre otras. Dicha forma de educación debe ser tan amplia como para llegar a cada uno de los distintos sectores de la sociedad, en cada uno de los grados de escolaridad.
A fin de ahondar en qué es la educación integral, la Ley 115 de 1994 del Congreso de la República de Colombia manifiesta que para su implementación se debe contar con,
el pleno desarrollo de la personalidad sin más limitaciones que las que le imponen los derechos de los demás y el orden jurídico, dentro de un proceso de formación integral, física, psíquica, intelectual, moral, espiritual, social, afectiva, ética, cívica y demás valores humanos.
Esto, en términos de aplicación para el desarrollo de las sociedades, debe estar vinculado en todos los niveles de formación que sea posible, como, por ejemplo, preescolar, básica o media, en normales superiores, pregrados, posgrados, técnicos y tecnólogos, sindicatos, egresados, etc. Asimismo, por otra parte, entre toda la pluriculturalidad y multiplicidad de actores que intervienen y hacen parte del sistema educativo, entre estos las comunidades étnicas y raizales, las poblaciones en condición de discapacidad, con diversidades sexuales y de género, en procesos de reintegración social, etc. Muchas de las propuestas del Gobierno Nacional y el Ministerio de Educación consisten en que la educación integral sea transversal a todas las áreas del conocimiento, formulando así planes de trabajo —en cada una de las instituciones educativas— que incorporen, fomenten y empleen los aspectos generales contenidos para alcanzar una educación integral de calidad, de tal modo que sea posible abordar diferentes temas que afecten a los estudiantes dentro de su cotidianidad, y así estar en capacidad de lograr una integralidad y dar respuesta asertiva a cada uno de los retos que se presenten a lo largo de la vida de los estudiantes.
El análisis de la integralidad se puede alcanzar a través del enfoque en distintos sectores formativos que agrupan abundantes características, necesarias para emplear la educación integral y que permitirán una mejor comprensión y mayor perspectiva respecto al tema en cuestión. La educación integral no se limita al ámbito académico tradicional, sino que encuentra su aplicabilidad en una amplia variedad de sectores, en los cuales su enfoque holístico y multidimensional enriquece la formación y el desarrollo de individuos y comunidades. Este artículo explora los diversos sectores en los que la educación integral ha demostrado su eficacia, respaldado por investigaciones y opiniones de expertos en la materia.
Para brindar información en temas generales y su implementación en la educación integral se puede evidenciar cómo esta encuentra un terreno fértil en el sector de la salud y el bienestar, en el que la formación va más allá de la mera instrucción médica y abarca aspectos emocionales y sociales. Según la Organización Mundial de la Salud (2020), la educación en salud integral promueve estilos de vida saludables, habilidades para el manejo del estrés y la toma de decisiones informadas, empoderando a los individuos con miras a cuidar de su bienestar de manera completa. La importancia de esta perspectiva integral se ve subrayada por autores como Ryan y Deci (2017), quienes argumentan que la autonomía y la autodeterminación son fundamentales para el bienestar. La educación integral en salud, al fomentar el desarrollo de habilidades socioemocionales y la conciencia de la importancia del autocuidado, se alinea con esta visión, empoderando a las personas para tomar decisiones saludables y sustentables.
Por otra parte, en el mundo empresarial y profesional, la educación integral se revela como un factor diferenciador y de éxito. Las habilidades emocionales y sociales, como, 13 por ejemplo, la inteligencia emocional y la capacidad de trabajo en equipo, son esenciales para el liderazgo efectivo y la colaboración productiva. Goleman (1998) destaca la importancia de estas habilidades en el mundo laboral moderno, donde la interacción con colegas y clientes requiere una comprensión profunda de las emociones y las motivaciones; además, la educación integral contribuye a la formación de profesionales éticos y socialmente responsables. Los códigos de ética y la responsabilidad social corporativa son fundamentales en el mundo empresarial actual. La educación integral, al cultivar la empatía y la conciencia de las implicaciones sociales de las decisiones fomenta la toma de decisiones éticas y profesionales (Lind, 2015)
En cuanto al ámbito social y comunitario, la educación integral desempeña un papel crucial en la construcción de comunidades cohesionadas y empáticas. En la educación para el desarrollo comunitario, el enfoque en habilidades de comunicación, resolución de conflictos y colaboración fortalece la capacidad de los individuos para trabajar juntos hacia objetivos compartidos (Loomis, 2002). Además, en el contexto de la educación integral en comunidades marginadas se pone de manifiesto su potencial transformador. La educación integral, al abordar factores emocionales y socioeconómicos, puede empoderar a individuos y comunidades para romper el ciclo de desventajas y contribuir al desarrollo sostenible de las comunidades (Unesco, 2020)
Otro de los aspectos fundamentales en torno a este tipo de educación es que, al ser especializada, debería no solo funcionar en instituciones de carácter privado, sino también en la educación pública y su respectiva implementación por medio de la educación popular, a fin de con ello estar en capacidad de difundir los conocimientos adquiridos en torno a las competencias que forman parte de una educación integral con el resto de las comunidades y los territorios que influyen o se ven de alguna manera atravesados por el proceso de escolarización del cual hacen parte sus jóvenes. No obstante, pese a la posibilidad de plantear que la educación integral sea de carácter pública, de calidad y popular, acceder a instituciones que brinden dicha educación —siendo esta un derecho constitucional, contenido en el Artículo 67 de la Constitución Política de Colombia1 — es complejo, debido a que se deben realizar altas inversiones económicas, lo que lo convierte en algo prácticamente imposible de solventar en todo el territorio nacional, teniendo en cuenta los altos índices de pobreza multidimensional, reflejados en los ingresos de capital y la estratificación de la sociedad colombiana, lo cual a su vez impide un fácil acceso a esta.
A lo largo del tiempo, con la implementación de modelos económicos que afectan de manera directa e indirecta la educación, se retrasa de forma significativa el impacto de este factor en el desarrollo social. A causa de lo anterior, si se desglosa de manera más específica cuáles son los retos que rodean a la educación para que llegue a ser verdaderamente integral, se encuentra la accesibilidad, la calidad y la profundización de las desigualdades que ya provee de por sí el sistema imperante.
El primer punto de inflexión en cuanto a la ejecución de este tipo de educación es la accesibilidad. Si bien no se puede medir con el mismo estándar en todos los Estados del mundo, si se ve condicionada en la gran mayoría, es decir, el acceso a la educación preescolar, básica, media y superior que permita un desarrollo social integral se logra de acuerdo con las posibilidades y las condiciones de las personas. En otras palabras, de acuerdo con las capacidades económicas del núcleo social en que se nace se obtiene calidad y cantidad de educación, sin desconocer la responsabilidad de los Estados para proveer y subsidiar servicios de educación a quien lo necesite. Esto se traduce casi inmediatamente en la productividad y la distribución de la riqueza en las sociedades, dado que se reducen las capacidades y potencialidades de todos los habitantes que no tienen las mismas condiciones de ingreso, y, por tanto, oportunidades.
Asimismo, se permite hacer una interrelación con el siguiente reto a enfrentar, que corresponde a la calidad educativa. Si bien se alcanza muy poca, esta se encuentra altamente relacionada con el cómo se accede a este derecho fundamental básico para el desarrollo de un país, demostrando que de nada sirven los altos índices de escolarización de niños, niñas, adolescentes y adultos en el mundo, si la calidad que posee la educación brindada a estos es baja y los resultados poco relevantes dentro de las comunidades y los territorios, ya que es imposible no reconocer que se estudia y se inserta en el sistema escolar a los respectivos estudiantes con el objetivo de alcanzar nuevas facultades, conocimientos y capacidades que lleven a la mejora de la calidad de vida de quienes los rodean dentro y fuera de sus comunidades
Es primordial enfrentar y resolver de manera efectiva los retos presentados, empezando por la calidad de la educación, complementando con medidas a corto, mediano y largo plazo que vayan acompañando la evolución constante e indiscutible de los modelos económicos, sociales, políticos y culturales que permean el campo educativo, de tal modo que estas políticas públicas —vistas paulatinamente desde los distintos plazos de tiempo que posean a lo largo de su implementación—, terminen por mejorar las garantías mínimas de la ciudadanía y aumenten la gestión efectiva de oportunidades en un amplio sentido para todas las comunidades del mundo
Por otra parte, se debe analizar la educación como trampolín para evidenciar las desigualdades existentes en las diferentes sociedades, puesto que quien tiene acceso a educación de calidad en la actualidad es porque, como se señaló, tiene las posibilidades económicas y el estatus social para gozar del acceso a beneficios, bienes y servicios, dejando de lado la evidente diferencia sobre las bajas garantías mínimas vitales que esta dinámica deja. Así, pues, se podría abrir paso a la probabilidad de que la brecha de desigualdad se disminuya en términos de acceso y calidad en la educación, como también el dar paso a la oportunidad de acceder a mejores estándares en cuanto a la calidad de vida en las sociedades, mejorando de este modo el crecimiento de las comunidades, los conocimientos y las capacidades de todos y todas en los escenarios diversos de la participación ciudadana eficiente en la cotidianidad
Finalmente, cabe mencionar que las políticas públicas, que permitan ayudar al mejoramiento de la educación, las cuales son un pendiente por elaborar y poner en práctica, deberían ir de la mano y tomar como ejemplo la diversidad de estrategias pedagógicas que se llevan a nuevas poblaciones tradicionalmente olvidadas por la presencia del Estado. Así se demuestra que con la voluntad política en pro de la mejora de la educación y la cantidad justa en ejecución de recursos es posible alcanzar realidades diferentes para quienes hoy padecen las dificultades de acceso al sistema educativo y las falencias en este aspecto que posee el Estado colombiano.
En conclusión, el concepto de educación integral se presenta como una herramienta poderosa para promover la equidad y el desarrollo social. La educación integral se puede ver como una herramienta para brindar soluciones a las problemáticas sociales a través de las comunidades estudiantiles y quienes inciden directa o indirectamente en ellas, pasando por cada una de sus etapas; todas y cada una de las comunidades, sin importar su preponderancia histórica en la sociedad, deben tener como derecho constitucional la garantía de acceder a una educación integral y de calidad. Además, este modelo educativo puede que facilite rodear sectores de análisis diversos, que incluyen aspectos de la vida fundamentales como lo son el campo económico, social o de la salud, entre otros. Sin embargo, a pesar de tener amplias perspectivas de análisis y fomento al crecimiento de las comunidades, también posee condiciones no tan favorables y retos que van desde la calidad y el acceso, hasta la profundización de las desigualdades.
Este campo de estudio no sólo se debe limitar a simplemente revisar y estudiar las dificultades sociales en torno al acceso a un nuevo modelo educativo y sus herramientas, sino que se puede ver cómo por medio de este sistema se brinda la posibilidad de redireccionar las acciones que se realicen por medio de la educación en torno a soluciones prácticas dirigidas a mejorar todos y cada uno de los elementos de dificultad que se presenten. Adicionalmente, se buscan opciones de implementación para lograr mejoras significativas en la calidad de vida de las personas, las comunidades y la sociedad en general en sus diferentes territorios.
Referencias
Congreso de la República de Colombia. (1994, 8 de febrero). Ley 115: Ley general de educación. DO 41.214.
Goleman, D. (1998). Working with Emotional Intelligence. Bantam.
Hurtado, J. y Sánchez, F. (2022). El reto de la calidad de la educación. Nota Macroeconómica, (38). https://economia.uniandes.edu.co/publicaciones/nota-macroeconomica-38-el-reto-de-l a-calidadde-la-educacion
Lind, G. (2015). Education and the Development of Ethical Professional Practice. Springer.
Loomis, J. (2002). Empowerment and Community Planning: Theory and Practice of People-Focused Social Solutions. Columbia University Press.
Organización Mundial de la Salud (OMS). (2020). Educación en Salud Integral. https://www.who.int/topics/health_education/es/
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). (2020). Community Learning Centers and the Provision of Basic Education to Marginalized Groups: Synthesis Report of Nine Case Studies. Recuperado de https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000371211